Ahora que se han publicado los Estándares Europeos (ESSR), las empresas ya no tienen excusa. Hay que ponerse a trabajar en una estrategia de sostenibilidad: los ESSR nos dicen todos los campos posibles en los que las empresas pueden contribuir a la sostenibilidad y nos facilitan los indicadores para medir dicha contribución. Es la primera piedra para ir construyendo el camino de sostenibilidad de cada empresa. Y más en el sector agroalimentario, donde a los temas tradicionales se añaden los temas de Agua y Biodiversidad que tanta importancia tienen para garantizar una producción sostenible a largo plazo.
Se nos infla la boca con la palabra “sostenibilidad”. La mayoría de empleados de grandes, medianas, y pequeñas compañías, autónomos o pequeños empresarios que desarrollan su actividad en grandes urbes, no saben qué es exactamente la sostenibilidad ni para qué sirve. Les suena a que se está convirtiendo en una tendencia que les va a costar dinero y no tienen muy claro cómo lo van a rentabilizar.
En un mundo mucho más pegado a la naturaleza como el agrario es algo diferente. La sostenibilidad es inherente a cualquier agricultor. La protección y cuidado del medio en el que se desarrolla su actividad no puede ser más cercana ni más conectada con el medioambiente. Pero esa, es sólo una parte de la sostenibilidad. Y por cierto, la sensación es la misma. ¿Para qué quiero ser sostenible? Y ¿Cuánto me va a costar?
El término “sostenibilidad” es sinónimo de “desarrollo sostenible” y no es otra cosa que satisfacer las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas, garantizando el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medioambiente y bienestar social (ESG). Y está ligado a la Resolución 70/1 de la ONU y a la Agenda 2030 que se traduce en una serie de Objetivos de Desarrollo Sostenible.
No es sólo lo medioambiental. Es la diversidad, o la eliminación de la pobreza o del hambre, es la igualdad de género, es una buena educación, el acceso a servicios de salud y bienestar, o poder tener agua o energía asequibles. Es consumir de manera responsable, innovar, gestionar los recursos de otra manera, cuidar el mar o la naturaleza. Tiene mucho que ver con valores profundos de nuestra sociedad, y está directamente relacionada con la capacidad que tenemos de educar (y de formar) a nuestros hijos en esos valores que les permitan construir un mundo mejor. Puede que no sea algo tan complejo como se presenta a veces.
Según la Directora de la Red Española del Pacto Mundial, el 78% de las PYMES españolas no conoce la Agenda 2030. Al mismo tiempo un 79% de los consumidores están cambiando sus preferencias de compra basándose en estándares de sostenibilidad (Capgemini 2020). Paradójico y sorprendente. Lo que nos marca que queremos ser sostenibles, aunque no sepamos qué es, es la demanda del mercado. Nos pide que vayamos hacia un lugar desconocido para muchos y al que no sabemos cómo llegar. La sostenibilidad se está convirtiendo en tendencia y en negocio.
Aparece la necesidad. Quiero ser una PYME sostenible, para que me vaya mejor. Surgirán diferentes posibilidades que, a cambio de cantidades muy relevantes de euros te van a certificar, medir, auditar y sellar. Lo que me trasladan entidades que ya han pasado por algún proceso de certificación o de ordenación de los datos relacionados con la sostenibilidad es bastante contundente: puede ser demasiado caro.
Es una paradoja. ¿Para ser sostenibles nos tenemos que gastar una fortuna?
Queremos ser sostenibles para que nuestros consumidores nos compren más, para que nuestros empleados se sientan bien con su trabajo y su empresa, para que los posibles inversores nos cataloguen entre sus posibles inversiones, o que nos lleguen las ayudas porque somos sostenibles y así lo contamos. Pero si detrás de todo eso, lo que hay es un proceso caro, complejo y con largos procesos de consultoría para decidir si somos o no sostenible, hay algo que podría fallar en la ecuación. Especialmente si se trata de PYMES. Tiene que ser más sencillo.
La sostenibilidad no puede ser patrimonio exclusivo de las grandes compañías que pueden disponer de enormes departamentos de responsabilidad social corporativa (el 50% de las emisiones del mundo las emiten tan sólo 25 empresas). No puede ser manejable sólo por aquellas entidades que pretenden ser las más sostenibles (o parecerlo).
En el replanteamiento de la sostenibilidad hay un trasfondo de cambio de modelo económico, especialmente en Europa y en USA. Estamos pasando de la obsolescencia programada sobre la que se ha basado el crecimiento económico del siglo XX, a un planteamiento de economía circular y al aprovechamiento máximo de los recursos disponibles, hasta su máximo nivel de uso y eficiencia, y tener control de ellos hasta que degeneren en un residuo.
Más del 70% de las PYMES afirman que su mayor obstáculo para poder ser sostenibles es la dificultad de alinear los proyectos de sostenibilidad con la estrategia de sus negocios; más del 60% dicen no disponer de recursos ni financiación para invertir en la implementación de proyectos sostenibles; y más del 50% de ellas reconocen no tener suficiente conocimiento sobre materias de sostenibilidad (Apambu). Según CEPYME, menos del 50% de las PYMES está desarrollando medidas relacionadas con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.
En el recorrido para saber si somos sostenibles o no como empresa, debe primar un criterio de sensatez, de sencillez, de asequibilidad. La ONU establece cuatro niveles básicos de acción: no hacer nada, formar e informar a los empleados, desarrollar acciones para mejorar la sostenibilidad y, por último, traducir nuestras actuaciones en indicadores concretos. Que cualquier PYME pueda desarrollar su estrategia de sostenibilidad, no puede constituir un problema de complejidad, o que sea necesario aportar recursos económicos ingentes de personas o de tiempo. Lo mismo para desarrollar o elaborar su medición de datos sobre sostenibilidad.
Es fundamental que las certificadores certifiquen la manera en la que se hacen las cosas y que la asesoría y la consultoría sean de buena calidad y a un precio justo, pero también nos interesa a todas las PYMES que el mercado avance hacia modelos más sencillos, que permitan evaluar, implementar acciones, identificar los datos claves para mejorar en sostenibilidad, sin que ello suponga complejidad, inversión exagerada de recursos económicos o tiempo, que nos haga desistir en el camino, que no es otro que el de dejar a las futuras generaciones un mundo algo mejor.
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